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Notas

(1) La justificación de la pertinencia del estudio de la literatura encuentra en la opinión de Cesare Segre un importante punto de apoyo. Dejo también, relacionado con esta justificación, un fragmento del discurso de aceptación del Premio Nobel de Mario Vargas Llosa en el cual se citan otras bondades de la literatura.

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(2) Tradicionalmente se consideran verbos terciopersonales aquellos verbos defectivos que solo se conjugan en la tercera persona (tanto de singular como de plural). Es habitual incluir dentro de estos los verbos de acontecimiento meteorológico (denominados verbos unipersonales en la terminología de Bello), aunque estos se caracterizan, además, por no contar con sujeto, lo que no ocurre con los verbos terciopersonales.
El accidente ocurrió a las doce de la mañana










(4) Fauriel será quien en Francia recoja las teorías románticas y las expondrá en un curso de la Sorbona (1835-36) concediendo que la epopeya sólo le correspondería a seis pueblos arios: el indio, el griego, el persa, el celta, el germano y el galo-romano. Además su referencia a los cantos breves primitivos, como hemos visto tomada ya de los románticos, triunfaría siendo designado por otros autores franceses como cantilenas.




(5) Como prueba aportada por quienes suponen que la épica española tiene su origen en la francesa se pone sobre la mesa la influencia que la literatura francesa ha tenido sobre el resto de las literaturas europeas. Tal argumento es rechazado por Pidal arguyendo en su contra que si bien es cierta la influencia de la épica en países como Italia, Alemania o Inglaterra, es igualmente cierto que en tales países dicha influencia no despertó una épica propia sino que se limitó a tomar los moldes y los temas, sin que, como se quiere en el caso hispano, fueran tomados los moldes e introducidos en su lugar los temas propios de la tierra.




(6) Según Pidal debemos entender por canción tradicional a aquella que “cuando una canción popularizada arraiga, perdurando en el recuerdo, de padres a hijos, constituyendo su mérito, no el ser canción nueva de moda advenediza, sino al contrario, el ser canción vieja heredara de los abuelos. En este caso la canción no es simplemente recibida por el pueblo como invención ajena, sino que es asimilada por el pueblo como patrimonio cultural de todos, recibida por tradición de los antepasados” La épica medieval española. Desde sus orígenes hasta su disolución en el romancero .pág 132-133.
Igualmente me parece interesante transcribir aquí cierta definición que del tradicionalismo aporta Deyermond y su idea sobre el mismo:
El mayor interés de las Moce­dades estriba en lo que el poema nos enseña sobre los problemas épicos, y en particular sobre la teoría del neotradicionalismo. Esta teoría, nacida en el siglo xix y asociada sobre todo con el gran medievalista de la primera mitad del xx, Ramón Menéndez Pidal, sostie­ne: (a) que la epopeya castellana arranca de la visigoda, y por lo tanto de la más antigua poesía heroica germáni­ca; (b) que en los siglos que anteceden a los primeros textos existentes la epopeya vive en estado latente, aná­logo, al de las palabras prerrománicas que aparecen documentadas sólo hacia fines de la Edad Media; (c) que los poemas nacieron al calor de los acontecimientos (así, por ejemplo, que el Cantar de Mió Cid nació pocos años después de la muerte del Cid); (d) que la primera versión de un poema refleja la realidad histórica, y que ¡os elementos ficticios son en su mayor parte obra de refundidores tardíos; (e) que ¡a epopeya vive en varian­tes y refundiciones a través de los siglos y de los géne­ros; (f) que los poemas son anónimos, no sólo por ca­sualidad sino por su naturaleza misma, aunque esto no excluye el concepto de un poeta individual, autor de la primera versión; y (g) que los poetas eran juglares lai­cos, sin interés por los asuntos eclesiásticos, siendo és­tos, si alguna vez se manifiestan en los textos, una in­terpolación tardía. El neotradicionalismo en su forma definitiva es en gran parte una reacción contra la obra de Joseph Bédier, Les Légendes epiques (1908-13), un li­bro rico, brillante y erudito, pero con defectos graves, sobre todo la naturaleza excesivamente monolítica de su teoría del nacimiento de los poemas épicos en los santuarios y en las rutas de las peregrinaciones. El neo­tradicionalismo de Menéndez Pidal en su fase definiti­va incurre a su vez en hipótesis demasiado monolíti­cas, y no cuadra muy bien con los textos existentes, sean poéticos o sean prosificaciones cronísticas. La his­toria de la crítica sobre las Mocedades ejemplifica las desventajas de un neotradicionalismo rígido: casi to­dos los críticos e historiadores de la literatura que men­cionaron el poema antes de 1970 estaban de acuerdo con las célebres palabras de Marcelino Menéndez y Pe-layo: «Parece el cuaderno de apuntaciones de un juglar degenerado». No es que los investigadores sometieran a discusión los rasgos que indican un poeta eclesiástico y los hallaran insuficientes: tales rasgos fueron pasados por alto, y la hipótesis de un poeta juglaresco y laico fue aceptada automáticamente. En verdad, la única ra­zón para aceptarla fue la teoría general del neotradicio­nalismo, que proclama el origen popular y laico de la epopeya española. Ahora bien, una teoría que lleva a resultados erróneos necesita una revisión. Aprende­mos de las Mocedades de Rodrigo la necesidad de mati­zar las teorías sobre un material tan complejo como la poesía épica. Lo que dice el neotradicionalismo sobre el estado latente, sobre las variantes y refundiciones y sobre el anonimato es aceptado por la gran mayoría de los investigadores, y con toda razón, aunque queda la dificultad de averiguar en cualquier caso la duración del estado latente y el número de las refundiciones. Los otros aspectos son más discutibles. Muy rara vez se puede probar la composición de un poema al calor de los acontecimientos (el de Los siete infantes es caso ex­cepcional), y la historicidad de las primeras versiones es pura hipótesis, ya que todos los textos poéticos o prosificados (salvo el nuevo tipo de épica del siglo xiv, representado por el Poema de Alfonso XI, de Rodrigo Yáñez) son más o menos ficticios. En cuanto al supues­to origen visigodo de la epopeya española, carecemos igualmente de pruebas convincentes, ya que varios si­glos median éntrela España visigótica y el primer poema del cual tenemos indicios fiderignos, Los siete infantes. Finalmente, hay que tener en cuenta la facilidad con la cual las hipótesis neotradicionalistas se pueden volver al revés, como lo hace Colin Smith en su libro reciente” Deyermond, A., El “Cantar de Mio Cid” y la épica medieval española, Sirmio, Barcelona, 1987, pág 59-62.




(7) El explicit del texto establece la fecha de 1207 escrita en números romanos. Pidal propone la fecha de 1307 aduciendo que se raspó un "C" del manuscrito. Más recientemente Alberto Montaner, en su edición de la obra, tras haber realizado pruebas concluyentes sobre el original en 1992, cosidera que no hay ninguna raspadura y por lo tanto la fecha válida es la de 1207. En su opinión debía de existir alguna imperfección en el pergamino y simplemente se dejó el espacio en blanco.
No obstante, las afirmaciones realizadas por Menéndez Pidal sobre la letra y la lengua parecen mantenerse firmes:
[...] la letra tiende a hacerse redondeada y no angulosa [...]; las mayúsculas están adornadas en su interior según el gusto [...] de la segunda mitad del siglo XIII y del siglo XIV. El copista emplea mucho la “y”, que es aún poco usada en los documentos castellanos de las primeras décadas del XIII, y de la cual, en cambio, se abusó en el XIV y en el XV.14Por lo demás, y puesto que no hay ninguna duda sobre la letra, que es claramente del siglo XIV, supone que nos encontramos ante una subscriptio copiata, esto es, se copió el texto perdido de 1207 tal y como estaba, sin más, añadiendo el nombre del copista de esta fecha.
Esto le hace suponer Montaner que nos encontramos ante una subscriptio copiata, esto es, se copió el texto perdido de 1207 tal y como estaba, sin más, añadiendo el nombre del copista de esta fecha.






(8) La llamada Crónica de la población de Ávila puede fecharse, con toda seguridad, en 1256 o poco después, esto es, en los primeros años del reinado de Alfonso X. Tiene por objeto justificar históricamente los privilegios de que gozaban en Ávila los “serranos”, componentes de una de las etnias que formaban el vecindario de la ciudad y que se consideraban descendientes de los pobladores que vinieron a ella de las Cinco Villas (si se trata de Mombeltrán y Cuevas, Villarejo, San Esteban y Santa Cruz del Valle, al pie del Puerto del Pico, en el entorno de la calzada romana, estos pobladores de Ávila serían mozárabes); y la justificación consiste en mostrar su constante superioridad en el arte de la guerra respecto a los restantes pobladores y vecinos. Entre los “serranos” cuyas hazañas enaltecen al clan destacan los adalides Sancho Ximeno (el llamado por los musulmanes “el Giboso”) y Gómez Ximeno, quienes, en el curso de una correría por tierras sevillanas, vencieron a Abû Yacqûb Yûsuf (Aben Jacob) en una batalla, ocurrida en 1158, donde dieron muerte a Abû-l-Gamr b.cAzzûn y a Muhammad b.cAli b.al-Haŷŷân, hecho del que tenemos noticia a través de fuentes varias cristianas y musulmanas, y, junto a ellos, Çorraquín Sancho, de quien se nos cuenta que acudió esforzadamente, en solitario, a auxiliar en aquella ocasión a sus coterráneos cuando los creía cercados. De este último personaje se recuerda otra singular hazaña, cuando peleó él solo con 60 caballeros moros y consiguió liberar a los pastores que la algara mora lleva cautivos. A propósito de esta anécdota, reveladora de su extraordinaria valentía, se nos dice que inmediatamente después de haberse hecho pública “cantavan en los corros” en Avila la siguiente canción paralelística enaltecedora de su nombre:
Cantan de Roldán, cantan de Olivero,
non de Çorraquín Sancho que fue buen cavallero.
Cantan de Olivero, cantan de Roldán,
e non de Çorraquín Sancho que fue buen barragán.
Aunque no podamos asentir, sin grandes dudas, a la explicación que da el cronista de c. 1256 del origen del cantar como una celebración “noticiera” surgida a raíz de un suceso concreto fechable en el tercer cuarto del s. XII (según establece Rico, 1975), el carácter tradicional que indudablemente tienen estos versos es dato importante, confirmativo de la universal fama que ya gozaba en el interior de España, durante la segunda mitad de. s. XII o primera mitad del s. XIII, la pareja épica inmortalizada por la gesta de Roland.
El reconocimiento, en los ámbitos más diversos, de que los héroes del pueblo franco constituyen, junto a los bíblicos y clásicos, el listón con el que cualquier héroe local debe medirse es un hecho tan evidente que no puedo comprender el empeño de los críticos en hacer extensivas al común de los hispanos medievales las actitudes nacionalistas galofóbicas privativas de ciertos eruditos eclesiásticos. Y, desde luego, me parece claro que, cuando en un parangón se exalta por encima del modelo elegido como referencia al personaje objeto de la alabanza, se trata, en realidad, de una figura hiperbólica (comparación superlativa) que no supone la más mínima minusvaloración del héroe escogido para establecer la medida de la heroicidad ponderada, sino todo lo contrario.




(9)

Vídeos sobre el Cid




El Cid visto por el Canal Historia














Estudio literario de Alberto Montaner Frutos sobre el Cantar de Mio Cid

La vida en un castillo en Ser Historia



(10) Para ciertos autores, entre ellos Isabel Uria (Panorama crítico del mester de clerecía), Menéndez Peláez ("El IV Concilio de Letrán, La Universidad de Palencia y el Mester de Clerecía", Studium Ovetense, 12), Francisco Rico ("La clerecía del mester", Hispanic Review, 53) o Aguadé Nieto ("Las universidades y la formación intelectual del clero castellano en la Edad Media"), el "mester" sería más una escuela vinculada a los Estudios Generales de Palencia que una corriente literaria. Uria (Panorama crítico del mester de clerecía) propondrá un estudio riguroso de la Cuaderna segunda del Libro de Alexandre para concluir que lo que destaca en esta escuela será el molde métrico-rítmico y estrófico del poema y no la erudición en él desplegada. Es lo innovador del molde, lo que permite agrupar a una serie de poetas, probablemente vinculados a los Estudios Generales, que se preocuparían especialmente por el rigor formal del ritmo, la escansión de los versos y la distribución de los mismos.
Respecto a la vinculación del "mester" con las nacientes universidades castellanas resulta interesante la opinión de Isabel Uria ("Sobre la unidad del mester de clerecía del siglo XIII. Hacia un replanteamiento de la cuestión"). Para esta autora existiría una relación directa de esta escuela con los Estudios Generales de Palencia, fundados por Alfonso VIII en 1212. Según su opinión solo es posible entender la difusión y homogeneidad del "mester" considerando la existencia de un núcleo difusor del mismo. Uria aporta pruebas firmes que demostrarían que el "mester" tendría su origen en el studium palentino, llegando a afirmar que el Alexandre sería compuesto, junto con el Apolonio, en él. Debemos considerar que el “mester” requería de una conciencia plena y culta de la lengua, ya sea vernácula o latina, además de la utilización de los conocimientos retóricos propios de la paraphrasis necesarios para alcanzar una obra de la calidad del Apolonio. En Palencia existiría desde los orígenes de los Estudios Generales una cátedra de Artes (gramática), que además de dedicarse al estudio del trivium y el latín, sobresalió en la investigación prosódica. De igual modo, entre la nómina de textos estudiados en esta universidad destaca el Alexandreis, de Gautier de Châtillon, obra en la que se basa el Libro de Alexandre.
Esta consideración rigurosamente formal del concepto de "mester de clerecía" repercutirá en la consideración de las obras y los poetas que pueden englobarse bajo el mismo. De este modo, solamente las obras creadas en el siglo XIII podrían ser consideradas, con rigor, como pertenecientes a esta escuela.



(11) La cuaderna vía ejemplificará según apunta Tomás Navarro Tomás (Métrica española) la transición del modelo de versificación latino, basado en la cantidad, a la regularidad silábica propio de las métricas romances.
La cuaderna vía o tetrásforo monorrimo es una estrofa de cuatro versos alejandrinos que comparten una única rima consonante. El verso alejandrino es un verso polirrítmico compuesto que tiene dos hemistiquios de siete versos. Recibe su nombre de la composición el Roman d'Alexandre (ca 1170) de Lambert le Tors en donde se narran las aventuras de Alejandro Magno. Según señala Elena González-Blanco García ("Las raices del <<mester de clerecía>>", Revista de filología española, LXXXVIII, 1º, págs 195-207) el verso tendría su origen en los himnos y en la poesía goliárdica latina, de donde pasaría a ser utilizado en poemas narrativos franceses, provenzales e italianos. Parece suficientemente demostrado que el verso aparece por primera vez, como apunta Knub Togeby, en el texto provenzal de 1130 Li ver del Juïse.
En cuanto al origen y difusión de la estrofa apunta Navarro Tomás que la cuaderna vía tendrá su origen en el cuarteto monorrimo francés, que alcanzará gran difusión desde finales del siglo XII.
En la literatura castellana es posible diferenciar dos grandes periodos que guardan relación con la mayor o menor fidelidad al molde métrico propuesto.
Así, durante el siglo XIII, las obras de Gonzalo de Berceo y el anónimo Libro de Alexandre se caracterízan por su rigor, mientras que otros textos, como el también anónimo Libro de Apolonio y el Poema de Fernán González, tratarán de mantenerse fieles a los preceptos teóricos de la escuela sin lograrlo plenamente.
Durante el siglo XIV el isosilabismo se mostrará mucho menos riguroso, dando lugar a múltiples irregularidades métricas no siempre achacables a la labor de los copistas.



(12) La finalidad didáctico moralizante se encuentra muy presente en todas las obras del "mester". Esta se percibe claramente en la actualización de los temas provenientes de la antigüedad pagana, sobre los cuales los poetas no dudan en aplicar una patina cristianizadora. Así, el autor de la obra romance no dudará en comentar, establecer juicios de valor o incluso añadir elementos originales cuando esto beneficia su intención moralizante o didáctica. Como afirma Jesús Cañas Murillo en su edición al Libro de Alexandre:
Didactismo observamos en el plano del contenido. Constantemente sermones y digresiones, sobre los más diversos temas, son insertados en la obra. Aparecen disquisiciones didácticas sobre las propiedades de las piedras (lapidario), sobre el mundo y su apariencia (mapamundi), sobre ciudades, sus caracteres, fisonomía e historia (Babilonia), sobre sucesos legendarios (guerra de Troya)... doctrinales, y moralizadoras, sobre los pecados capitales, sobre los cambios de fortuna, sobre la traición, sobre la soberbia, sobre el menosprecio del mundo...
De este modo el texto estaba abocado a desempeñar una labor pastoral en consonancia con el plan ideado por la Iglesia y puesto en marcha desde el siglo XII. Durante este siglo la Iglesia pondrá en marcha una campaña de educación moral e intelectual del clero con el fin de contrarrestar la amenaza representada por las herejías cátara o valdense. La Iglesia necesitaba un clero culto, capaz de combatir eficientemente los ataques que sufría la ortodoxia. Especialmente peligroso resultaba contar con un bajo clero indocto, abandonado a las veleidades heréticas, y buena parte de los esfuerzos fueron encaminados en esta dirección.
Esta beligerancia doctrinal y pedagógica recibirá un nuevo impulso con las disposiciones surgidas del IV Concilio de Letrán (1215).


(13) La cuestión sobre la autoría del Libro de Alexandre y la posible paternidad de Gonzalo de Berceo es una cuestión sin duda compleja. No obstante, la posibilidad de que Berceo sea el autor del citado poema pierde cada día más fuerza.

Interesante artítuclo de Emilio Alarcos sobre la cuestión: ¿Berceo, autor del "Alexandre"?



(14) Sobre la forma autobiográfica del Libro de buen amor han sido muchas y distintas las opiniones. En primer lugar debemos tener presente que la forma autobiográfica era un recurso bastante común en la prosa didáctica medieval, pero no era tan común, como nos recuerda Jose Antonio Serrano Segura al hablar de la autobiografía en el Libro de buen amor, en las poesías de tipo amoroso.
María Rosa Lida del Malkiel apunta a las composiciones hispano-hebreas denominadas maqamat como posible fuente para este rasgo del Libro, si bien ella misma admite que sería muy complicado que Arcipreste entrara en contacto con este tipo de composiciones.
Por su parte Francisco Rico ha señalado que la forma autobiográfica de la obra guardaría relación con las copias latinas del corpus erótico atribuido a Ovidio, que tanta fortuna tendrían en la Edad Media. En concreto Rico apunta a la obra De Vetula, que tantas coincidencias argumentales muestra con la obra de Juan Ruiz.
Tampoco debemos obviar que el sermón popular, tan cercano al arcipreste y tan importante en la configuración de la estructura de la obra, implicaba la utilización de ejemplos, muchas veces ex contrario, para ejemplificar un tema de carácter moral o religioso. De manera general estos ejemplos empleaban un narrador en primera persona.




Sobre el mester de clerecía, Berceo y Juan Ruiz. Breve vídeo:




Las serranas cantadas por Ñu


Paco Ibáñez: Lo que puede el dinero (cc. 490-527)





(16) El regeneracionismo está formado por un grupo de intelectuales y políticos que tras el Desastre plantearán la necesidad de "regenerar" España. Una figura capital dentro de este grupo será Joaquín Costa. Él encabezará la rebelión de la pequeña burguesía contra la inoperancia del sistema al tiempo que influirá profundamente en las generaciones más jóvenes. 
Desde el punto de vista político el regeneracionismo resulta bastante ambiguo. Pretendían, de manera utópica, que desde el poder se llevase a cabo una revolución que permitiera acabar con los caciques oligarcas; los mismo precisamente que sostenían ese poder. 
Por otro lado, no arremeten contra el sistema democrático liberal. Su pretensión es simplemente la de liberarlo de sus lacras, pero tras su ideario es posible descubrir ciertas actitudes prefascistas. Los regeneracionistas buscarán un cirujano de hierro que se encargue de salvaguardar esa democracia enferma, ejerciendo si es preciso una coyuntural y pasajera dictadura.


(17) En la poesía de Darío el cisne se asocia al mito pagano, profundamente sensual, de Leda. Leda, era la hija de Testio y la mujer de Tindáreo de Esparta, que fue seducida por Zeus metamorfoseado en cisne. Después de yacer con el dios Leda se acostará con su marido, dando a luz dos huevos de los cuales nacerán Helena y Pólux y Clitemnestra y Castor.
Por otro lado, la figura del cisne conecta, como símbolo de la pureza, el ideal y la aristocracia, con la leyenda medieval del Caballero Cisne, recogida por Wagner en su obra Lohengrin.
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(18) Algunos de los símbolos machadianos más presentes en Soledades, Galerías y otros poemas son:
La tarde: representa el declive y el decaimiento, hora propicia para la reflexión melancólica.
  • En agua: es por un lado expresión de la vida, pero al mismo tiempo, con su murmullo monótono, representación del hastío vital.
  • La fuente: es evocadora de un recuerdo que, contra las pretensiones del poeta, suele ser triste.
  • El huerto: símbolo de la ilusión conectado con el recuerdo infantil y el gozo derivado del mismo.
  • El jardín: muy vinculado a la fuente y a la tarde (normalmente son jardines crepusculares en los que , monótona, borbotea una fuente)
  • Los caminos: muy frecuentemente identificado con el camino de la vida.

(19) Hablamos de formaciones regresivas en aquellos casos en los que en lugar de sumarse a la base léxica uno o varios morfemas léxicos se produce el fenómeno inverso, sustrayéndosele a la base una serie de morfemas: Andalucía>andaluz; Alemania>alemán.



(20) El sufijo -oso puede ser considerado como apreciativo cuando, especialmente en América, se une a adjetivos para formar derivados de intención festiva (modernoso, intelectualoso).


(21) Los actores Antonio Riquelme y Juan José Luján inventarán una nueva formula teatral a mediados del siglo XIX. Se trata de crear representaciones que no duren más de una hora que se pueden representar varias veces en un solo día. De este modo se maximizaba los recursos escénicos y se le ofrecía al espectador la posibilidad de elegir aquella sesión que mejor se amoldase a sus necesidades. 
Se da el nombre de género chico a las obras creadas para este tipo de representaciones. Muchas de ellas contenían canciones y números musicales, por lo que comúnmente se identifican con la zarzuela.


(22) El sainete es la variante más característica del género chico. Se tratan de breves cuadros de costumbres populares de argumento muy simple, protagonizado por tipos característicos del Madrid castizo o de las distintas regiones españoles, especialmente Andalucía. 


(23) Entendemos por predicados télicos aquellos que implican la consecución de un objetivo para que pueda decirse que tal acción ha tenido efectivamente lugar. En la oración: Correr los 400 metros vallas, nos encontramos con un predicado télico ya que si alguien comienza a correr los 400 metros vallas pero abandona la carrera una vez pasada la primera valla, sin concluir el recorrido, la acción de “correr los 400 metros vallas” no se ha realizado.


(24) Nos referimos a los dos grupos andaluces, el oriental con las revistas Ambos y Litoral y el occidental con publicaciones como Mediodía y Papel de Aleluyas; el grupo de Santander (Carmen, Lola, Revista de Santander); el grupo segoviano (Manatial), el grupo vallisoletano (Meseta); el burgalés (Parábola); el grupo murciano (Verso y prosa); el grupo gallego (Nos, Ronsel; Alfar) y el catalán (L'Amic de les Arts).


(25) En La deshumanización del arte (1925) José Ortega y Gasset presentará las que, a su juicio, son las características más destacadas del nuevo arte:
  • Afán de originalidad. Lo destacable de este nuevo arte son sus radicales ansias de originalidad. Esto llevará a romper con todo lo anterior innovando en todos los aspectos (métrica, lenguaje, temática...)
  • Hermetismo. El desprecio a lo burgués conduce a la creación de un arte que resulte asumible solo a unos pocos, la minoría a la cual se refería Juan Ramón Jiménez.
  • Autosuficiencia del arte. El arte está dotada de un vida independiente.
  • Antirrealismo y antirromanticismo. Se rechaza tanto el mimetismo como el subjetivismo romántico.
  • Sobrerrealismo
  • Intrascendencia. El arte no tiene más trascendencia que la estética convirtiéndose en puro juego despreocupado.
  • Predominio de la metáfora. La metáfora se convierte en el mejor medio de eludir la realidad.
  • Escritura onírica o automática.
  • Atomización. Asistimos a la desaparición de las estructuras tradicionales. La obra de arte se disuelve, se desintegra poniendo en marcha un movimiento centrífugo de disolución.

(26) Tanto en la Vanguardias como en Luis de Góngora encontramos la misma ansia de originalidad. Igualmente comparten un especial gusto por la creación de un lenguaje poético autosuficiente y hermético en el cual predomina el uso de la metáfora. 





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